Este gráfico parece demostrar que el dinero sí da la felicidad.
Tras la Segunda Guerra mundial la economía japonesa pasó por una de las épocas más prósperas de la historia del mundo. Sin embargo, curiosamente, una batería de encuestas reveló que los ciudadanos nipones no estaban más satisfechos con sus vidas. Al contrario, el porcentaje de personas satisfechas se redujo. Eran más ricos, pero al parecer no más felices.
Este contraste se convirtió en el más famoso ejemplo de una teoría conocida como la paradoja Easterlin. En pocas palabras, Richard Easterlin sostenía que el crecimiento económico no conduce necesariamente a una mayor satisfacción.
Según Easterlin, las personas de los países pobres, con muchos menos medios, conseguían la felicidad en cuanto lograban cubrir sus necesidades básicas, cosa que no era tan fácil de conseguir con las personas ya acomodadas. Para decirlo en términos actuales, tener un iPod no te hace feliz, porque entonces querrás un iPod táctil.
Pero ahora la paradoja Easterlin está bajo ataque.
Hace pocos meses, dos jóvenes economistas de la Universidad de Pennsylvania, presentaron un refutación de la paradoja. En su estudio sostienen que el dinero tiende a traer la felicidad, incluso aunque no la garantice. El mensaje central es que "los ingresos sí importan".
Para ver lo que significa esto, échale un vistazo al gráfico -confeccionado con los resultados de numerosas encuestas realizadas por Gallup en todo el mundo- y comprobarás que, efectivamente, en los paises más ricos la gente está más satisfecha con sus vidas. (click para ampliar)
Según Easterlin, el crecimiento económico por sí mismo, no es suficiente para garantizar el bienestar de las personas. En algunos paises, por ejemplo, existen grandes problemas de salud que no se derivan de la falta de recursos sino al contrario (enfermedades de corazón, estrés, obesidad...). Por otra parte, algunas de las cosas que hacen a las personas más felices -cercanía de los familiares, el tiempo con los amigos- tienen poco que ver con mayores ingresos.
Este nuevo estudio parece que demuestra que sería un error llevar este argumento demasiado lejos. El hecho es que el crecimiento económico no sólo se refleja en una mayor disponibilidad de bienes materiales. También permite sufragar inversiones en la investigación científica que llevan a más largas y saludables vidas; facilita los largos viajes para ver a los familiares; puedes decidir trabajar menos y pasar más tiempo con tus amigos; tienes acceso a mayor número de fuentes de información...
Se atribuyen a Groucho este par de frases relacionadas con lo dicho:
Tras la Segunda Guerra mundial la economía japonesa pasó por una de las épocas más prósperas de la historia del mundo. Sin embargo, curiosamente, una batería de encuestas reveló que los ciudadanos nipones no estaban más satisfechos con sus vidas. Al contrario, el porcentaje de personas satisfechas se redujo. Eran más ricos, pero al parecer no más felices.
Este contraste se convirtió en el más famoso ejemplo de una teoría conocida como la paradoja Easterlin. En pocas palabras, Richard Easterlin sostenía que el crecimiento económico no conduce necesariamente a una mayor satisfacción.
Según Easterlin, las personas de los países pobres, con muchos menos medios, conseguían la felicidad en cuanto lograban cubrir sus necesidades básicas, cosa que no era tan fácil de conseguir con las personas ya acomodadas. Para decirlo en términos actuales, tener un iPod no te hace feliz, porque entonces querrás un iPod táctil.
Pero ahora la paradoja Easterlin está bajo ataque.
Hace pocos meses, dos jóvenes economistas de la Universidad de Pennsylvania, presentaron un refutación de la paradoja. En su estudio sostienen que el dinero tiende a traer la felicidad, incluso aunque no la garantice. El mensaje central es que "los ingresos sí importan".
Para ver lo que significa esto, échale un vistazo al gráfico -confeccionado con los resultados de numerosas encuestas realizadas por Gallup en todo el mundo- y comprobarás que, efectivamente, en los paises más ricos la gente está más satisfecha con sus vidas. (click para ampliar)
Según Easterlin, el crecimiento económico por sí mismo, no es suficiente para garantizar el bienestar de las personas. En algunos paises, por ejemplo, existen grandes problemas de salud que no se derivan de la falta de recursos sino al contrario (enfermedades de corazón, estrés, obesidad...). Por otra parte, algunas de las cosas que hacen a las personas más felices -cercanía de los familiares, el tiempo con los amigos- tienen poco que ver con mayores ingresos.
Este nuevo estudio parece que demuestra que sería un error llevar este argumento demasiado lejos. El hecho es que el crecimiento económico no sólo se refleja en una mayor disponibilidad de bienes materiales. También permite sufragar inversiones en la investigación científica que llevan a más largas y saludables vidas; facilita los largos viajes para ver a los familiares; puedes decidir trabajar menos y pasar más tiempo con tus amigos; tienes acceso a mayor número de fuentes de información...
Se atribuyen a Groucho este par de frases relacionadas con lo dicho:
- El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.
- El dinero no da la felicidad pero no es un serio obstáculo.
- Hay muchas cosas en el mundo más importantes que el dinero, pero cuestan tanto...
- El dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones económicas.
3 comentarios:
Que no, que no. Que no es cierto.
Normal que si no tienen satisfechas sus necesidades básicas (comida y cobijo) no puedan ni vivir. Pero cuando éstas son cubiertas, un incremento económico no significa un aumento en la felicidad.
Eso nos ocurre a nosotros, los del mundo desarrollado, que pobres de nosotros, basamos la felicidad en cosas materiales. Y así nos va. Y así se lo hacemos pasar a los demás.
El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.
La frase es de Oscar Wilde
Lo cierto es que puede ser de Wilde o de Woody Allen. Hay tantos recopilatorios de citas que es casi imposible averiguar cual es el que acierta.
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