Esta es una de esas cosas que por generalizadas, uno cree firmemente que son así. Es habitual encontrar mensajes en la Red y en otros medios, similares a estos:
Al leer titulares como estos -que los hay y muchos- automáticamente inferimos que el verbo adolecer es un sinónimo de carecer. Eso que en sí mismo no es malo, sino bueno -me refiero a leer-, es lo que hace que nos vayamos forjando una cultura lingüística basada en la experiencia y alejada en ocasiones de la académica.
Estamos hablando de semántica, pero lo anterior vale perfectamente para otro tipo de saberes. Internet es otra de esas cosas que no son malas por sí mismas, pero debido a su diversidad y a su extensión, puede llegar a ser muy perjudicial para nuestra salud... mental.
Vemos y leemos muchas cosas y por el simple hecho de estar publicadas, pensamos que están bien. Si además hay una importante "marca" que las firma, ya no nos quedará la menor duda. Pero esto no siempre es así. De hecho, la mayoría de veces la aparente información no es tal, sino opinión.
Odio los rumores, odio las falacias, odio los titulares capciosos. Algunos hasta se permiten escribir cosas como "Un rumor apunta a que fulanito..." Claro. Eso es como jugar a la lotería, gratis y con un montón de números. Lanza rumores, publica especulaciones, justifica que son tales y luego, si alguno se confirma, podrás decir "Como ya adelantamos en exclusiva..." Si no cuaja no pasará nada, porque posiblemente nadie se acordará de que dijiste aquello.
No es que me guste ni entienda mucho de fútbol, pero me he tirado más de un mes leyendo y oyendo que Kun Agüero lo tenía hecho para irse al R.Madrid. Múltiples razones y opiniones avalaban la teoría pero finalmente quién lo fichó fue el Manchester. Da igual que montones de artículos especularan ¿y la de huecos que se han rellenado con esa supuesta información?
Entonces... ¿dejamos de fiarnos de Internet? No del todo. Pasa lo mismo con cualquier medio de comunicación. Incluso las conversaciones con nuestros mejores amigos están llenos de titulares intencionados. La subjetividad es inherente a la persona y son las personas las que comunican.
Lo importante creo que es tener una subjetividad tan fuerte como para que no nos dejemos influir por las opiniones ajenas sin dar algo de batalla. No nos rindamos con lo primero que leamos. Contrastemos otras fuentes, comprobemos los datos que se puedan comprobar, busquemos posibles intencionalidades.
De lo contrario, los demás nos llenarán la cabeza con sus opiniones. Un buen día -malo en realidad- tendremos las ideas de otros y las haremos propias. No se trata de ser tozudos, sino de aprender a partir de verdades lo más absolutas posible y desde ahí sacar nuestras propias conclusiones.
Para eso podemos contar con autoridades competentes o que hayan demostrado serlo de facto. Por ejemplo, el lenguaje es un artificio, una convención y hay quién se ocupa de marcar esas reglas. En nuestro caso, un día descubres el DRAE y todo queda diáfano. A veces es tan sencillo como con este burdo ejemplo del principio:
¡Ah! Entonces es lo contrario de lo que parecía. Adolecer es padecer, causar, tener, poseer. En cualquier caso con el matiz de que ese algo tenga un componente negativo. Entonces esta frase sí que está bien:
¿Y que sé yo de todo esto? Pues nada. Como Sócrates, sólo sé que no sé nada. Es más, casi como Descartes, sólo creo que existo, porque sólo creo que pienso. Bueno, si sé algo, que fulanito tiene el mismo significado en árabe que en castellano y que el motivo es que la palabra ha sido importada directamente de ese otro idioma.
Al leer titulares como estos -que los hay y muchos- automáticamente inferimos que el verbo adolecer es un sinónimo de carecer. Eso que en sí mismo no es malo, sino bueno -me refiero a leer-, es lo que hace que nos vayamos forjando una cultura lingüística basada en la experiencia y alejada en ocasiones de la académica.
Estamos hablando de semántica, pero lo anterior vale perfectamente para otro tipo de saberes. Internet es otra de esas cosas que no son malas por sí mismas, pero debido a su diversidad y a su extensión, puede llegar a ser muy perjudicial para nuestra salud... mental.
Vemos y leemos muchas cosas y por el simple hecho de estar publicadas, pensamos que están bien. Si además hay una importante "marca" que las firma, ya no nos quedará la menor duda. Pero esto no siempre es así. De hecho, la mayoría de veces la aparente información no es tal, sino opinión.
Fuente: ¿? |
No es que me guste ni entienda mucho de fútbol, pero me he tirado más de un mes leyendo y oyendo que Kun Agüero lo tenía hecho para irse al R.Madrid. Múltiples razones y opiniones avalaban la teoría pero finalmente quién lo fichó fue el Manchester. Da igual que montones de artículos especularan ¿y la de huecos que se han rellenado con esa supuesta información?
Entonces... ¿dejamos de fiarnos de Internet? No del todo. Pasa lo mismo con cualquier medio de comunicación. Incluso las conversaciones con nuestros mejores amigos están llenos de titulares intencionados. La subjetividad es inherente a la persona y son las personas las que comunican.
Lo importante creo que es tener una subjetividad tan fuerte como para que no nos dejemos influir por las opiniones ajenas sin dar algo de batalla. No nos rindamos con lo primero que leamos. Contrastemos otras fuentes, comprobemos los datos que se puedan comprobar, busquemos posibles intencionalidades.
De lo contrario, los demás nos llenarán la cabeza con sus opiniones. Un buen día -malo en realidad- tendremos las ideas de otros y las haremos propias. No se trata de ser tozudos, sino de aprender a partir de verdades lo más absolutas posible y desde ahí sacar nuestras propias conclusiones.
Para eso podemos contar con autoridades competentes o que hayan demostrado serlo de facto. Por ejemplo, el lenguaje es un artificio, una convención y hay quién se ocupa de marcar esas reglas. En nuestro caso, un día descubres el DRAE y todo queda diáfano. A veces es tan sencillo como con este burdo ejemplo del principio:
adolecer.
(Del ant. dolecer).
(Del ant. dolecer).
- tr. ant. Causar dolencia o enfermedad.
- intr. Caer enfermo o padecer alguna enfermedad habitual.
- intr. Tener o padecer algún defecto. Adolecer DE claustrofobia.
- prnl. compadecerse (‖ sentir lástima).
¡Ah! Entonces es lo contrario de lo que parecía. Adolecer es padecer, causar, tener, poseer. En cualquier caso con el matiz de que ese algo tenga un componente negativo. Entonces esta frase sí que está bien:
¿Y que sé yo de todo esto? Pues nada. Como Sócrates, sólo sé que no sé nada. Es más, casi como Descartes, sólo creo que existo, porque sólo creo que pienso. Bueno, si sé algo, que fulanito tiene el mismo significado en árabe que en castellano y que el motivo es que la palabra ha sido importada directamente de ese otro idioma.
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